Homo moneta

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lunes, 21 de marzo de 2011

Terremotos y Bancos Centrales

El terremoto experimentado por el archipiélago japonés es un testimonio de la fuerza de la Naturaleza sin embargo, es una creación humana la que ha emergido de la tragedia con más fuerza que nunca: el Banco Central de Japón. En los días posteriores al terremoto, el Banco de Japón ha impreso miles de millones de nuevos yenes. Si esto a primera vista suena irrelevante, consideren los acontecimientos desatados por los terremotos en la era anterior a la consolidación de la institución del banco central.
En abril de 1906 un terremoto en San Francisco provocó daños equivalentes al 1.5 por ciento del Producto Interno Bruto. Para hacer frente a las demandas sociales, las aseguradoras canalizaron oro de Nueva York a San Francisco dejando a Wall Street sin liquidez. Para marzo de 1907 las acciones norteamericanas habían perdido una quinta parte de su valor.
Las instituciones de crédito limitaron el crédito y Nueva York estuvo al bordo del colapso a la vez que las corridas bancarias amenazaban a muchas instituciones. Sin nadie que proveyera liquidez de emergencia la amenaza de contagio se extendía indefinidamente hasta que una persona, J.P. Morgan, el legendario banquero, reunió a los más grandes financieros de la época en su biblioteca para acordar el establecimiento de un paquete de ayuda financiera, después de todo, no existía un banco central y Morgan tuvo que asumir el papel de uno. Su intervención puso fin a la crisis y la economía real y financiera se recuperó inmediatamente. La lección fue aplicada al mundo material en 1913 con la creación del Sistema de la Reserva Federal terminando así con 80 años de ausencia de un prestamista de última instancia. En un inicio los poderes de la FED eran muy limitados debido a que el circulante se encontraba respaldado por el patrón oro, pero cuando el presidente Richard Nixon abandonó dicho patrón en 1971 la banca central moderna vio la luz. El papel moneda incrementó los números en los monitores de los mercados, números que serían aplicados en auxilio cuando una crisis golpeara.
Durante los últimos años hemos debatido respecto al papel de los bancos centrales, el cual en muchas ocasiones resulta ser bastante impopular tal como se pudo apreciar en el intercambio de palabras sostenido entre Ben Bernanke y Barney Frank respecto al rescate de AIG después del colapso de Lehman Brothers. A pesar de ello, la tragedia de Japón destacó sus grandes ventajas. Con relación el valor estimado del desastre, el caso japonés pudo ser 2 o 3 veces más costoso que la tragedia de San Francisco sin embargo, gracias al activismo monetario, el sistema de pagos japonés se mantuvo funcionando aún cuando el mercado de valores ha oscilado de forma agresiva. En una réplica de lo sucedido en San Francisco, las aseguradoras han repatriado grandes cantidades de capital que han afectado al valor del yen, pero estas repercusiones han sido contenidas gracias a la existencia de un banco central preparado para intervenir si la apreciación del yen se vuelve excesiva.
A pesar de ello a los que creemos y tenemos fe en la banca central moderna no necesitamos un terremoto para apreciar sus grandes ventajas. Hemos presenciado como la FED ha salvado al sistema financiero después de Lehman y como el Banco Central Europeo ha contenido el problema de la deuda dentro de la eurozona.