Homo moneta

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lunes, 24 de octubre de 2011

La Moda de las Divisas Digitales.

Últimamente parece que muchos publican textos de diversa índole respecto al tema de moda: Monedas Digitales. A pesar de que no se trata de un tema nuevo (en los años 90 se presentaron Beenz y Flooz) he leído en diversos medios nacionales e internacionales respecto a la aparición de monedas digitales como Bitcoins, Ven y Facebook Credits y no puedo menos que pensar para mis adentros en la gran variedad de argumentos y discusiones que se integran en torno a estos temas, variedad que va desde el análisis de sistemas nodales y circuitos cerrados hasta la simple traducción, en flagrante violación de los derechos de propiedad intelectual, del trabajo “Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System” del controversial Satoshi Nakamoto. Pero ¿hacia dónde se dirige este producto de la alquimia tecnológica y financiera? y ¿Estamos presenciando el fin de las monedas “tradicionales”? Para poder dar respuesta a los cuestionamientos aquí planteados necesitamos partir del hecho de que la mayoría de los autores erran al calificar a estas unidades de cambio intangibles como monedas. ¿Qué es una moneda? Algunos la relacionan de forma inmediata con las piezas metálicas que derivaron de la innovación griega del electro, mientras otros las relacionan prácticamente con cualquier medio de cambio que pueda ser empleado en una transacción comercial, sin embargo, las monedas no son más que productos oficiales emitidos por entidades públicas, lo cual los diferencia de otras formas de dinero, son el producto del estado de salud en que se encuentra un país, el orden interior, la actividad de los oficios, la obediencia a las leyes, a la fiscalidad.
Teniendo esto en consideración, y si nos fijamos en el comportamiento del mercado de los Bitcoins entre mayo y octubre del presente año (2011) es posible apreciar que tenemos un elemento de gran inestabilidad derivado de la falta de confianza en el emisor y en su proyección futura. Un Bitcoin, un Ven, un Facebook Credit no tienen el respaldo del Estado, y una vez que los Espíritus Animales de Keynes liberados por la Crisis Financiera se tranquilicen, todos aquellos que cantan el fin de la moneda fiduciaria quedarán evidenciados como una oveja más del rebaño que huye de Fobos y Deimos.




Charles Maurice de Talleyrand-Périgord quien en un discurso de fecha 4 de diciembre de 1789 se pronunció en contra del papel moneda argumentando que “el numerario ficticio ahuyenta al numerario real, porque lo reemplaza y porque lo asusta, y como nunca puede ser su representación exacta, ocurre que lo ahuyenta más de lo que lo reemplaza”, en nuestro contexto repetiría su advertencia a los Estados respecto al gran riesgo que plantean estas innovaciones aplaudiendo medidas como la adoptada por China quien prohíbe el uso de divisas digitales. Estas divisas digitales han sido concebidas como respuesta al mundo financiero tradicional el cual es percibido como el origen de todos los problemas económicos del mundo. Sin embargo, pensemos por un momento en estos nuevos medios creados al amparo del desarrollo tecnológico, debo reconocer que son grandes y excelentes ideas pero, tomando en consideración algunos de los principios del círculo de Salop, la competencia y la estrecha relación social creada por el desarrollo tecnológico, veremos con el paso del tiempo como este proyecto bien intencionado evolucionará, se complicará y tendrá sus propias fuentes de inestabilidad que irónicamente serán las mismas que las de los intermediarios tradicionales: la innovación y la falta de regulación. A pesar de lo anterior el Estado deberá regular estos intangibles para dotarlos de un andamiaje institucional que les permita trascender más allá de las pasiones del momento y evitar así el destino de los Beenz y los Flooz de la década de los 90, y de paso, utilizarlos como una herramienta para alcanzar el caro fin de la inclusión financiera en sectores que, con la paulatina disminución de la brecha digital, tendrán acceso a estas y otras innovaciones.