Homo moneta

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sábado, 10 de noviembre de 2012

La Moda Austriaca

El mes pasado (octubre de 2012) el Banco Central Europeo publicó un texto titulado "Virtual Currency Schemes", un documento interesante que ha provocado una gran cantidad de opiniones "novedosas" de académicos, editores y bloggers que destacan algo que ha sido evidente desde hace la aparición de las primeras unidades de cambio digitales (sí, ha existido una gran variedad de unidades de cambio digitales además de Bitcoins, por ejemplo Vens, Flattr y Ripple): Estos proyectos encuentran su fundamento en las ideas relacionadas a la banca libre de Friedrich Hayek y la Escuela Austriaca de Economía.

Aunque la institución de la banca central está sólidamente asentada en la mayoría de los estados a partir de la Conferencia Financiera Internacional celebrada en Bruselas en 1920. Paradójicamente dos de las mentes que establecieron las bases de la banca central moderna: Walter Bagehot en "Lombard Street" y Vera Smith en "The Rationale of Central Banking", preferían el paradigma de la banca libre, aunque ambos reconocieron que la abolición de la institución del Banco de Inglaterra resultaría poco aconsejable. En lo particular me inclino más por la postura de autores como Klein quien en su texto "The Competitive Supply of Money" establece que pocas actividades económicas pueden clamar un récord unánime y prolongado de acuerdo respecto a lo apropiado de la intervención del Estado en el suministro de moneda.

Las discusiones respecto a la banca libre y el rol de los bancos centrales no son nuevas toda vez que las mismas pueden ser rastreadas a finales del siglo XVIII y XIX a través del plumas como la de Talleyrand quien impulsó desde el obispado de Autun la creación del Banco de Francia. En fechas más recientes,  Friedman y Hayek abordaron el tema con gran interés con perspectivas opuestas. Por un lado Hayek cuestiona que un esquema que busca una expansión monetaria sólida pueda desarrollarse al interior de nuestros sistemas bancarios bajo el esquema tradicional; proponiendo que un paradigma de libre competencia fundamentado en el laisezz-faire respecto a la emisión de unidades da cambio derivaría en un estado en donde los bancos centrales perderían el fundamento de su existencia. Sin embargo, Friedman ve un riesgo en esta postura. El gran economista de Chicago, aprecia de manera acertada que un esquema de laisezz-faire que prescinde de la banca central o de cualquier institución reguladora respecto a los medios de pago pondría en riesgo la solemnidad contractual, la prevención del fraude y el funcionamiento de los mercados monetarios, mismos que se caracterizan por sostenerse sobre información escasa y costosa.

De lo anterior podemos colegir que, al igual que la evolución del shadow banking system influyó en el desarrollo de la crisis financiera del 2007, si no regulamos la evolución de las unidades de cambio digitales, estaremos insertando en el corazón del sistema una bomba de tiempo que desencadenará la próxima crisis financiera ya que, tal como grandes mentes como Kauffman y Calomiris aceptan, la falta de regulación y las explosiones cámbricas que han caracterizado a nuestro Sistema Financiero Mundial en términos de Wallerstein a la caída del Sistema de Bretton Woods en 1971 son los elementos principales generadores de crisis financieras, elementos que, tal como hemos apreciado a través del presente son fomentados por los seguidores de la moda austriaca.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Banca Central y Tradiciones Jurídicas

A pesar de que todos aparentemente creen en la universalidad del hombre racional (Homo oeconomicus) de la teoría neoclásica, no existe un consenso uniforme respecto a los objetivos de la banca central dentro de su mandato histórico: la estabilidad. Lo anterior deriva del hecho de que la teoría jurídica-financiera establece que las tradiciones jurídicas difieren en términos de prioridades cuando se trata de establecer los derechos de propiedad así como los derechos de los inversionistas, y como estas variantes, históricamente, determinan las diferencias existentes en el desarrollo de los sistemas financieros modernos. Por ejemplo, en términos de Ross Levine, si recurrimos a la experiencia comparada, podemos apreciar que el “Common Law” Inglés evolucionó con el objeto de proteger la propiedad de los particulares en contra de la Corona, lo cual ha facilitado a las legislaciones herederas de esta tradición desarrollar interacciones financieras dinámicas sobre las que se han estructurado dos de los sistemas nucleares en términos de Wallerstein: la Gran Bretaña del Siglo XIX y los Estados Unidos de Norteamérica del Siglo XX; por otro lado, la codificación de la Europa continental, entre las que destaca la francesa y la alemana del siglo XIX, las cuales tenían como prioridad los derechos de las instituciones soberanas, no fueron tan favorables a los desarrollos financieros toda vez que se enfocaban en el establecimiento de un Estado fuerte y los derechos de los particulares quedaban relegados a un segundo plano. Estas tradiciones fueron asimiladas en diversas partes del orbe a través de la conquista, la colonización y la imitación, y a partir de las mismas podemos apreciar cómo se configuró nuestro Sistema Financiero Mundial. Por otro lado, más allá de los sistemas occidentales, el andamiaje legal sobre el que se estructuran las finanzas islámicas ha sido diseñado por devotos banqueros musulmanes y clérigos, incluso aún cuando algunos de los nuevos productos y servicios son diseñados por mentes occidentales, los intermediarios para poder implementarlos necesitan la opinión y la aprobación de las juntas de académicos de la sharia, enfocándose en gran medida en lo que ellos llaman inversiones “éticas” por lo que la especulación financiera se considera una práctica más allá de los límites establecidos ya que puede tener un impacto negativo sobre la economía real. Como se puede colegir de lo anterior, estos sistemas no presentan un elevado grado de innovación pero disfrutan de un alto grado de estabilidad. Sin embargo, su escasa exposición a los desarrollos occidentales no significa que los sistemas herederos de la sharia carezcan de dinamismo. Es un sistema que presenta un nivel medio de innovación hacia su interior tal como podemos verificar a través del hecho de que se ha intentado generar un mercado de derivados a través de instrumentos como los tawarruqs (los cuales han sido rechazados en múltiples ocasiones por los académicos de la sharia) y de los sukuks.

Ahora bien, tal como podemos apreciar a través del estudio histórico de la moneda y en particular con el caso de las unidades de cambio digitales, los particulares suelen introducir periódicamente innovaciones que facilitan las operaciones que caracterizan al contexto por lo que no es de extrañar que, a pesar de la existencia de potenciales fricciones que más adelanta serán relevantes bajo nuestro paradigma mundial en términos de Wallerstein, los bancos centrales fieles a su tradición jurídica tienen diversos objetivos prioritarios y no contemplan entre los mismos la propuesta y la regulación de unidades de cambio y monedas más allá de los conceptos y modelos tradicionales.


En materia de regulación, de acuerdo a un estudio efectuado Davies y Green aproximadamente 120 bancos centrales intervienen directamente en la supervisión de los bancos, y en ocasiones, de otros intermediarios financieros, y en el caso particular de los pequeños países, son los reguladores de todo el sistema financiero nacional. Sin embargo en 60 países los bancos centrales no están involucrados de forma alguna en la regulación del sistema.
Con el fin de verificar de forma tangible lo expuesto en líneas anteriores, a continuación presento los mandatos de diferentes bancos centrales pertenecientes a diferentes tradiciones jurídicas (Europa, Asia, Medio Oriente y América). Para nuestro caso en particular, si consultamos la página oficial del Banco de México (www.banxico.org.mx), nos encontraremos con la siguiente presentación:

“El Banco de México es el banco central del Estado Mexicano. Por mandato constitucional, es autónomo en sus funciones y administración. Su finalidad es proveer a la economía del país de moneda nacional y su objetivo prioritario es procurar la estabilidad del poder adquisitivo de dicha moneda. Adicionalmente, le corresponde promover el sano desarrollo del sistema financiero y propiciar el buen funcionamiento de los sistemas de pago.” 

 El texto aquí referido tiene su fundamento en el artículo 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos el cual a la letra establece:

“Artículo 28 … … El Estado tendrá un banco central que será autónomo en el ejercicio de sus funciones y en su administración. Su objetivo prioritario será procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, fortaleciendo con ello la rectoría del desarrollo nacional que corresponde al Estado. Ninguna autoridad podrá ordenar al banco conceder financiamiento. … …” 

Así como de los artículos 2 y 3, fracción I de la Ley del Banco de México:

“Artículo 2º.- El Banco de México tendrá por finalidad proveer a la economía del país de moneda nacional. En la consecución de esta finalidad tendrá como objetivo prioritario procurar la estabilidad del poder adquisitivo de dicha moneda. Serán también finalidades del Banco promover el sano desarrollo del sistema financiero y propiciar el buen funcionamiento de los sistemas de pago. 

 Artículo 3.- El Banco desempeñará las funciones siguientes: 
I. Regular la emisión y circulación de moneda, los cambios, la intermediación y los servicios financieros, así como los sistemas de pago; 
II. … 
III. … 
IV. … 
V. … 
VI. …” 

De lo anterior podemos colegir que el banco central mexicano tiene como objetivo prioritario la emisión y la regulación de la moneda nacional, es decir, la unidad de cambio oficial establecida por el Congreso de la Unión derivado de sus facultades constitucionales, sin embargo el artículo 3 de la Ley del Banco de México abre la puerta para que el banco central pueda intervenir en la regulación de las unidades de cambio, lo anterior derivado de la historia monetaria nacional que ha presenciado diversas unidades y sistemas de pago. En nuestro contexto particular, proyectos como el Túmin desarrollado por la Universidad Veracruzana Intercontinental reflejan la apertura por determinados segmentos poblacionales para adoptar unidades de cambio no oficiales con el fin de materializar sus transacciones diarias, hecho que podría acelerarse con la disminución paulatina de la brecha digital, por lo que es un buen momento para poner a prueba el andamiaje institucional de la institución referida.

Este esquema que va en el sentido de Williamson (1992) lo podemos apreciar en la regulación de otros bancos centrales, por ejemplo el Riksbank establece en el artículo 2 de la Ley de dicho banco central: 

“Artículo 2.-En concordancia con el Capítulo 9, Artículo 13 del Instrumento de Gobierno, el Riksbank es responsable de la política monetaria. 

 El objetivo de las actividades del Riksbank debe ser el mantener la estabilidad de los precios. 

El Riksbank también debe promover un sistema de pagos seguro y eficiente. 

 El Riksbank podrá emitir regulaciones en el marco de sus responsabilidades relativas a la política monetaria. Asimismo, el Riksbank podrá emitir regulaciones concernientes a las actividades ligadas con el sistema de pagos del Riksbank o con el mandato de provisión monetaria.” 

Tal como se puede apreciar, el Riksbank, fiel a su característica innovadora, posee un margen de flexibilidad que puede ser invocado a través del último párrafo y que probablemente está siendo invocado por los reguladores suecos para estructurar sus proyectos de medios de pagos digitales toda vez que la circulación de moneda metálica y billetes sólo representa el 3% de su economía derivado del hecho de que la misma se encuentra colocada entre las economías con mayores transacciones intangibles.

El Banco Popular de China, tal como está asentado de los artículos tercero y cuarto de la Ley de la República de China en materia del banco central, tiene las responsabilidades que a continuación se enuncian:

“Artículo 3.- El objetivo de las políticas monetarias será la procuración de la estabilidad del valor de la moneda y de este modo promover el crecimiento económico. 

Artículo 4.- El Banco Popular de China desempeñará las siguientes funciones y responsabilidades: 
I. Promulgar y hacer cumplir las instrucciones y regulaciones relacionadas a sus funciones y responsabilidades; 
II. Formular e implementar las políticas monetarias acorde a la ley; 
III. Emitir el Renminbi (RMB) y controlar su circulación; 
… 
… 
XIII. Otras funciones y responsabilidades prescritas por el Consejo Estatal …” 

 Este sistema es más rígido obedeciendo a la característica rígida de la mayoría de las tradiciones jurídicas asiáticas que tienen como prioridad a la economía real. Dicho mandato gira en torno al Renminbi y no contempla la regulación de unidades de cambio aunque el Estado prohibió en 2009 el uso de divisas digitales para adquirir bienes tangibles ante el temor de que estas transacciones impactaran sus prioridades económicas; en Asia también contamos con el caso de Corea del Sur en donde se determinó darle el mismo valor a las divisas digitales con relación a la moneda nacional, pero las transacciones virtuales deben pagar impuestos.

Finalmente, con referencia a la tradición islámica, la Ley Monetaria y Bancaria de Irán la cual contiene las facultades del Banco Central de la República Islámica de Irán contempla lo siguiente:

"Artículo 3
(a) El Estado es la única autoridad que tiene la facultad para emitir billetes y monedas, facultad otorgada a través del presente al Banco Central de la República Islámica de Irán
(b) …

 Artículo 10
(a) …
(b) Los objetivos del Banco Central de la República Islámica de Irán son la conservación del valor de la moneda y el equilibrio de la balanza de pagos, con el fin de facilitar las transacciones comerciales y para contribuir con el crecimiento económico del país.
(c) …



 Artículo 11
El Banco Central de la República Islámica de Irán, es la autoridad responsable de los sistemas monetario y crediticio del país, por lo que deberá cumplir con las siguientes funciones:
(a) Emitir los billetes y las monedas metálicas que constituyen la moneda de curso legal en el país de acuerdo a lo establecido en la presente Ley;
(b) …


Como era de esperarse en los sistemas regidos por la sharia, el mandato del banco central gira en torno al fomento económico interno y regulan exclusivamente la moneda descrita en el artículo 1 de la referida Ley, la cual está bastante acotada y contempla un mecanismo rígido que inicia con las propuestas del gobernador del banco central.

Adicionalmente, la tradición jurídica también determina el nivel de pragmatismo a través del cual un sistema financiero en particular hace frente a la innovación financiera (uno de los dos principales factores generadores de crisis financieras). Regresando a la experiencia comparada, las estructuras regulatorias que derivan de la tradición británica, facultan a las autoridades para abordar los casos de forma particular y de esta forma ajustar sus criterios a las prácticas y tradiciones económico-financieras. En el caso de las legislaciones derivadas del Derecho Civil francés, como es el caso de la legislación mexicana, existe una estructura regulatoria completa, internamente consistente e inmutable la cual se ajusta estrictamente a la doctrina que predica el monopolio jurídico del Estado. En el caso de éstas últimas, no se caracterizan por su dinamismo y no responden con rapidez a la innovación por lo que es posible apreciar que las leyes bajo esta tradición se encuentran incompletas, son ambiguas y plagadas de inconsistencias lo cual inhibe el desarrollo saludable de los sistemas financieros. Los sistemas financieros islámicos por su parte son considerados primitivos, carentes de transparencia, inexpertos para conducirse en procedimientos comerciales internacionales, y bastante complejos debido a su apego a la sharia; sin embargo presentan un cierto grado de pragmatismo derivado del hecho de que, a pesar de que la sharia rige los principios operativos, prácticamente todas las transacciones se redactan de acuerdo a lo establecido en la ley inglesa. Finalmente, los sistemas asiáticos consideran que un sistema financiero no debe poseer “vida propia” ya que argumentan que la tarea esencial de las instituciones que lo conforman es dar soporte a la economía y no crear trabajo para los banqueros o dolores de cabeza para los reguladores. Sin embargo, los países asiáticos pretenden participar más activamente en los mercados globales pero efectúan las reformas a su ritmo y de forma gradual. Están conscientes de que no todas las innovaciones financieras son malas y de que, bajo determinados escenarios, las empresas necesitan exponerse a un determinado nivel de riesgo, particularmente aquellas que pretenden una expansión a nivel internacional, a su vez, permitirán eventualmente a empresas extranjeras participar en el mercado asiático pero sólo después de haber generado un esquema idóneo para ello.

 En virtud de lo expuesto en estas líneas, y tal como se puede apreciar en una simulación efectuada por James R. Barth, Gerard Caprio Jr. y Ross Levine (2008), las tendencias regulatorias hacia una legislación rígida inmutable se materializan en un incremento que oscila entre un 20 y 40 por ciento de probabilidad de gestar una crisis sistémica, con la excepción de México (cuya flexibilidad se limita a un modelo bancario conservador estático a raíz de la crisis de 1994), los países que tienen un menor riesgo de gestar una crisis sistémica son aquéllos que poseen un andamiaje legal más flexible que aquéllos Estados que estructuran sus sistemas financieros en torno a normas que, aunque no carecen de coherencia, se caracterizan por su rigidez y naturaleza anacrónica.

lunes, 4 de junio de 2012

La Unión Bancaria Europea. Una receta para el desastre

La crisis de la eurozona ha planteado varios desafíos derivados de las lagunas del modelo de Mundell, sin embargo, el caos que parece llevar al euro a su desaparición, ha puesto a los reguladores europeos en las manos irracionales de Fobos y Deimos. El 28 de junio se espera la consolidación de la propuesta de una unión bancaria a través de la cual Europa en su conjunto podrá intervenir para rescatar a los bancos de la Unión que se encuentren en problemas. Esta no es una idea nueva. En 2008, se propuso la creación de un fondo común para hacer frente al colapso de Lehman Brothers, sin embargo, la oposición encabezada por Angela Merkel derivó en la decisión de que cada país debía ser responsable de sus propios bancos. En el presente contexto, con un gran potencial de corridas bancarias y fallas sistémicas apreciado principalmente a través del caso Bankia, podemos apreciar un cambio de postura bajo la cual los bancos dejarían de ser de cada uno de los Estados miembros para pasar a ser bancos de la eurozona. De esta forma Bankia se encontraría en España pero dejaría de ser español. Lo anterior parece simple, pero en un mundo regido por los principios del paradigma de Immanuel Wallerstein, se requiere de elementos homologadores como son un régimen común de resolución para implementar la disciplina de mercado, facultar al Banco Central Europeo para intervenir y regular a los bancos de la eurozona, y la creación de fondos de recapitalización y de depósitos comunes. Para muchos este planteamiento representa la salvación del euro, sin embargo yo debo discrepar. Un régimen común homologado funcionaría si seguimos creyendo que el paradigma de Mundell es el idóneo, cosa que la actual crisis ha desmentido. La eurozona está integrada por elementos nucleares y periféricos con diferentes niveles de desarrollo, solidez y formas de responder ante escenarios adversos, lo cual genera un gran potencial de riesgo moral y sistémico bajo la propuesta aquí invocada. Esta última conducirá a la toma de riesgos irracionales al amparo de los fondos comunitarios (mismos que se pretende sean ilimitados) y Europa se topará con un problema mayor a aquéllos bancos considerados demasiado grandes para quebrar. Seguramente habrá quien argumente que el régimen resolutorio permitirá a la Unión llevar de forma ordenada las fallas de los bancos. En teoría, la disciplina de mercado así debería ser aplicada, de igual forma que la teoría dictaba que, bajo el Tratado de Maastricht, no se estructurarían paquetes de ayuda como los que hemos visto hasta el momento. Lo anterior me lleva a concluir que esta propuesta obedece al temor de la desintegración europea, misma que representa otro pilar inestable de una estrucutra que requiere una reconfiguración total. Esta Unión Bancaria no aguantará los embistes de los Espíritus Animales de Keynes y en la práctica, se engañan si creen que la Unión ejercerá la cara disciplina de mercado, exponiendo nuevamente a los contribuyentes para que éstos respondan por el riesgo moral de la multicitada propuesta.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Why I'm Leaving Goldman Sachs

Texto de renuncia de Greg Smith publicado en el New York Times
Why I Am Leaving Goldman Sachs
By GREG SMITH

TODAY is my last day at Goldman Sachs. After almost 12 years at the firm — first as a summer intern while at Stanford, then in New York for 10 years, and now in London — I believe I have worked here long enough to understand the trajectory of its culture, its people and its identity. And I can honestly say that the environment now is as toxic and destructive as I have ever seen it.

To put the problem in the simplest terms, the interests of the client continue to be sidelined in the way the firm operates and thinks about making money. Goldman Sachs is one of the world’s largest and most important investment banks and it is too integral to global finance to continue to act this way. The firm has veered so far from the place I joined right out of college that I can no longer in good conscience say that I identify with what it stands for.

It might sound surprising to a skeptical public, but culture was always a vital part of Goldman Sachs’s success. It revolved around teamwork, integrity, a spirit of humility, and always doing right by our clients. The culture was the secret sauce that made this place great and allowed us to earn our clients’ trust for 143 years. It wasn’t just about making money; this alone will not sustain a firm for so long. It had something to do with pride and belief in the organization. I am sad to say that I look around today and see virtually no trace of the culture that made me love working for this firm for many years. I no longer have the pride, or the belief.

But this was not always the case. For more than a decade I recruited and mentored candidates through our grueling interview process. I was selected as one of 10 people (out of a firm of more than 30,000) to appear on our recruiting video, which is played on every college campus we visit around the world. In 2006 I managed the summer intern program in sales and trading in New York for the 80 college students who made the cut, out of the thousands who applied.

I knew it was time to leave when I realized I could no longer look students in the eye and tell them what a great place this was to work.

When the history books are written about Goldman Sachs, they may reflect that the current chief executive officer, Lloyd C. Blankfein, and the president, Gary D. Cohn, lost hold of the firm’s culture on their watch. I truly believe that this decline in the firm’s moral fiber represents the single most serious threat to its long-run survival.

Over the course of my career I have had the privilege of advising two of the largest hedge funds on the planet, five of the largest asset managers in the United States, and three of the most prominent sovereign wealth funds in the Middle East and Asia. My clients have a total asset base of more than a trillion dollars. I have always taken a lot of pride in advising my clients to do what I believe is right for them, even if it means less money for the firm. This view is becoming increasingly unpopular at Goldman Sachs. Another sign that it was time to leave.

How did we get here? The firm changed the way it thought about leadership. Leadership used to be about ideas, setting an example and doing the right thing. Today, if you make enough money for the firm (and are not currently an ax murderer) you will be promoted into a position of influence.

What are three quick ways to become a leader? a) Execute on the firm’s “axes,” which is Goldman-speak for persuading your clients to invest in the stocks or other products that we are trying to get rid of because they are not seen as having a lot of potential profit. b) “Hunt Elephants.” In English: get your clients — some of whom are sophisticated, and some of whom aren’t — to trade whatever will bring the biggest profit to Goldman. Call me old-fashioned, but I don’t like selling my clients a product that is wrong for them. c) Find yourself sitting in a seat where your job is to trade any illiquid, opaque product with a three-letter acronym.

Today, many of these leaders display a Goldman Sachs culture quotient of exactly zero percent. I attend derivatives sales meetings where not one single minute is spent asking questions about how we can help clients. It’s purely about how we can make the most possible money off of them. If you were an alien from Mars and sat in on one of these meetings, you would believe that a client’s success or progress was not part of the thought process at all.

It makes me ill how callously people talk about ripping their clients off. Over the last 12 months I have seen five different managing directors refer to their own clients as “muppets,” sometimes over internal e-mail. Even after the S.E.C., Fabulous Fab, Abacus, God’s work, Carl Levin, Vampire Squids? No humility? I mean, come on. Integrity? It is eroding. I don’t know of any illegal behavior, but will people push the envelope and pitch lucrative and complicated products to clients even if they are not the simplest investments or the ones most directly aligned with the client’s goals? Absolutely. Every day, in fact.

It astounds me how little senior management gets a basic truth: If clients don’t trust you they will eventually stop doing business with you. It doesn’t matter how smart you are.

These days, the most common question I get from junior analysts about derivatives is, “How much money did we make off the client?” It bothers me every time I hear it, because it is a clear reflection of what they are observing from their leaders about the way they should behave. Now project 10 years into the future: You don’t have to be a rocket scientist to figure out that the junior analyst sitting quietly in the corner of the room hearing about “muppets,” “ripping eyeballs out” and “getting paid” doesn’t exactly turn into a model citizen.

When I was a first-year analyst I didn’t know where the bathroom was, or how to tie my shoelaces. I was taught to be concerned with learning the ropes, finding out what a derivative was, understanding finance, getting to know our clients and what motivated them, learning how they defined success and what we could do to help them get there.

My proudest moments in life — getting a full scholarship to go from South Africa to Stanford University, being selected as a Rhodes Scholar national finalist, winning a bronze medal for table tennis at the Maccabiah Games in Israel, known as the Jewish Olympics — have all come through hard work, with no shortcuts. Goldman Sachs today has become too much about shortcuts and not enough about achievement. It just doesn’t feel right to me anymore.

I hope this can be a wake-up call to the board of directors. Make the client the focal point of your business again. Without clients you will not make money. In fact, you will not exist. Weed out the morally bankrupt people, no matter how much money they make for the firm. And get the culture right again, so people want to work here for the right reasons. People who care only about making money will not sustain this firm — or the trust of its clients — for very much longer.

miércoles, 7 de marzo de 2012

China. Receta para la Tormenta Perfecta

Democracia financiera, recorte en las tasas de interés, degradación en la calidad de los estándares crediticios, fomento del mercado inmobiliario, innovación financiera, disminución en los requerimientos de capital de la banca. Leemos lo anterior y parece que estamos elaborando una lista de las causas que desataron la Crisis Subprime cuyos efectos seguimos sufriendo el día de hoy. Sin embargo lo anterior es un listado de las medidas adoptadas en el sistema financiero chino.
Mientras la mayoría de las personas centran su atención en el problema europeo, China durante los últimos años ha tenido que hacer frente a un estancamiento en su producción manufacturera y a una contracción en el mercado inmobiliario que desatará una gran cantidad de incumplimientos de las obligaciones crediticias. Este riesgo deriva del boom crediticio de doce ceros legado por la política de Wen Jiabao entre 2009 y 2010 con la finalidad de fomentar la democracia financiera y hacer frente a la crisis financiera global.
Los bancos chinos han disminuido sus estándares con la finalidad de otorgar hipotecas a las personas que desean adquirir por primera vez una casa. El interés vinculado a estas hipotecas a finales del 2011 se encontraba entre 10 y 20 puntos arriba de la tasa de referencia. Después de la disminución de los estándares, una hipoteca de un millón de renminbis a 20 años generará 220 renminbis menos de interés mensual. El ahorro para el usuario puede ser mayor a 100 mil renminbis. Los bancos, a pesar de que reconocen la calidad subprime de su empresa, confían en que el mercado inmobiliario permanecerá estable. Déjà Vu.
Aunado a lo anterior, se espera que el banco central de China, el Banco Popular de China, recorte 25 puntos su tasa de interés referencial dos veces en el transcurso del año lo cual daría como resultado una tasa de 6.06 por ciento. Asimismo, el banco central el mes pasado recorto los requerimientos en materia de reservas 50 puntos complementando una medida similar efectuada en diciembre. Este último corte establece un RRR de 20.5 por ciento para los grandes bancos comerciales y 17 por ciento para los pequeños y medianos. Adicionalmente los reguladores están nerviosos por el desarrollo de variedades informales de intermediación financiera entre los que destacan los préstamos fiduciarios los cuales se caracterizan por su mala calidad. En dichos préstamos, el banco actúa como agente de un esquema crediticio de tres partes. El banco no asume ningún riesgo y lo deja fuera de su hoja de balance. La popularidad de estos préstamos de mala calidad se refleja en el hecho de que si instituciones como el China Construction Bank reflejaran estas operaciones en sus hojas de balance estos representarían 778 mil millones de renmimbis, un monto cercano a su libro de préstamos hipotecarios
Tal como se puede apreciar, y considerando que la economía china crecerá este año un 7.5%, su menor porcentaje desde 2004, puede que apreciemos más medidas de ésta índole que busquen fomentar el crecimiento económico. Sin embargo, me atrevo a afirmar que China está gestando un nuevo problema subprime que no solo debería preocupar a los reguladores chinos sino a todo el mundo ya que en este contexto podemos apreciar los dos elementos que generan una crisis financiera: democracia financiera mal estructurada, desregulación financiera y alto índice de innovación.

martes, 6 de marzo de 2012

Wallerstein y el problema de la eurozona

Charles Maurice Talleyrand-Perigord pregonó durante toda su vida la necesidad de una Europa fuerte y unida con la finalidad de contribuir a la prosperidad y bienestar de las naciones. El príncipe de Benevento argumentaba durante los siglos XVIII y XIX que la unión económica era la forma ideal de fomentar la solidaridad entre los países, evitando así caer en el dominio de las pasiones que resultan indudablemente en la parálisis de la actividad de las naciones, destruyendo los productos de la empresa y el trabajo. Las verdaderas victorias son aquéllas obtenidas por la agricultura, el comercio, la industria; aquéllas dispensadoras de la dicha de los pueblos, las victorias de la civilización. Este es un objetivo loable. Sin embargo en el presente contexto de la crisis europea todos estos esfuerzos están constituidos alrededor del euro. El euro no es un fin en sí mismo, es solo un instrumento diseñado para promover la prosperidad económica y la armonía política en Europa, un instrumento que solo funciona en contextos de estabilidad uniforme y prosperidad.
Frente a lo aquí expuesto es evidente que los diseñadores del euro crearon la moneda común bajo el esquema de la Hipótesis de las Áreas Monetarias Óptimas, ignorando la historia monetaria del mundo, la antropología económica y el hecho de que un instrumento de esta naturaleza, bajo este esquema, debe reflejar uniformemente la riqueza y estabilidad entre los miembros del área. De esta forma es posible apreciar que el sueño de Talleyrand se ha convertido en una pesadilla originada en los numerosos desbalances que eran insostenibles, y la eurozona ha demostrado que se encuentra mal equipada institucionalmente para abordar el problema. La pregunta inmediata es ¿cómo se generó este problema? La respuesta es simple. Mientras la mayoría de los observadores aprecian un simple problema de índole fiscal en la periferia europea, me atrevo a afirmar que estamos presenciando una verdadera crisis financiera derivada de la aplicación del paradigma equivocado. El euro pretendía unificar una región que en la teoría debía ser uniforme evidenciando el hecho de que un sistema financiero integrado puede ser eficiente, pero no necesariamente robusto. Mientras más complejo, diferenciado e interconectado sea un sistema, éste será más vulnerable a pequeñas externalidades. La introducción de euro facilitó el flujo masivo de capital de los miembros que integran el núcleo hacia las naciones de la periferia lo que generó una contracción de las tasas de interés en las naciones del sur de Europa, exhortando a países como Grecia e Italia a participar en un “boom” crediticio. Este “boom” consolidó mitos financieros como el valor estable de las inversiones inmobiliarias generando así un problema subprime similar al presenciado en Estados Unidos y al que se encuentra gestionando en China. Este escenario genera una segunda pregunta ¿por qué las naciones de la periferia se encontraron expuestas a esta toxicidad financiera, por qué Europa no consigue uniformar una respuesta al problema? De nuevo la respuesta es muy simple. Desde los tiempos de Adam Smith, los efectos de la integración económica han sido objeto de debate. En nuestro contexto, las evocaciones de las Áreas Monetarias Óptimas y de los paradigmas mundiales son comunes en los discursos de los políticos, medios de comunicación y gente común alrededor del mundo, éstos discursos dictan el actuar de los reguladores quienes no conciben la desintegración de la Unión Europea como una opción viable, incluso si esto representa ir en contra de lo establecido por el Tratado de Maastricht sin preguntarse antes si la eurozona es un Área Monetaria Óptima o un Sistema Monetario Mundial regido por el paradigma mundial de Wallerstein.
Como ha quedado asentado en líneas precedentes, tradicionalmente la Unión Europea es percibida y fue concebida como un Área Monetaria Óptima. Este paradigma fue planteado por Robert Mundell en septiembre de 1961 y puede ser definido como el área geográfica en donde una moneda común, o un número limitado de ellas, conservan un tipo de cambio fijo dentro del sistema y uno flexible hacia el exterior. Este esquema ocurre cuando los integrantes del mismo consiguen una convergencia real, respondiendo uniformemente a las externalidades, tienen una flexibilidad similar en sus mercados laborales y de productos, y cuando los miembros están preparados para efectuar transferencias fiscales para solucionar los problemas que pueden generar desbalances. A primera vista parece la descripción de la Unión Europea, sin embargo, el desarrollo de sus miembros no es uniforme, por lo que considero que un paradigma más apropiado para abordar la problemática europea es el paradigma mundial de Wallerstein.
El paradigma mundial de Wallerstein tiene su origen en el trabajo de los sociólogos de la década de 1970. En este contexto, se aceptó que la riqueza de las naciones reflejaba el nivel de desarrollo cultural de las correspondientes naciones, reconociendo así la complejidad de interacciones derivadas de una economía mundial que derivaba de la expansión de una economía mundial centrada en Europa, rastreando el origen de estas interacciones más allá de la constitución de la European Coal and Steel Community hasta el siglo X de nuestra era cuando el incremento económico y poblacional se desarrollaba en el marco del sistema feudal como resultado de un desarrollo tecnológico de la agricultura medieval. Antes del siglo XVI, Europa Occidental iniciaba su camino evolutivo, en términos de Marx, hacia el capitalismo sosteniéndose en una elevada productividad y excedentes cada vez mayores que facilitaron la expansión europea. Sin embargo entre 1300 y 1450 esta expansión se vio interrumpida generando una severa crisis económica. De acuerdo con Wallerstein, la crisis feudal probablemente fue precipitada por la interacción de los siguientes factores: 1) el estancamiento de la producción agrícola; 2) la consecución de la cúspide del ciclo económico feudal; 3) el cambio climático que contribuyó a la merma en la producción agrícola; y 4) las epidemias que azotaban a la población. Como respuesta a la crisis feudal, durante el siglo XV y principios del XVI, el paradigma mundial emergió. Para Wallerstein el paradigma mundial es un sistema social con eslabones, estructuras, miembros, reglas de legitimación y coherencia. Su existencia se debe al conflicto existente entre los miembros mientras éstos se remodelan buscando obtener ventajas de contextos particulares de la misma forma en que lo hacen los modelos imperiales sin llegar a ser uno. Mientras que el imperio se estructura a través de la ocupación, el modelo mundial utiliza la identidad cultural para determinar su localización espacial. Dicha identidad cultural y las fricciones competitivas generan dos calidades de miembros: 1) los nucleares y 2) la periferia, los cuales son determinados de acuerdo a su nivel de desarrollo el cual varía entre los mismos. Algunos defensores de las Áreas Monetarias Óptimas pueden intentar argumentar con base en la teoría evolucionista uniforme la cual establece que los estados deben pasar de la fase A a la B y de la B a la C y así sucesivamente. Sin embargo incluso el más apasionado defensor de dicha teoría debe reconocer que la misma varía acorde al desarrollo de cada estado, de esta forma podemos tener un estado que se encuentra en la etapa A en el tiempo 3 mientras que otro pasa por la misma en el tiempo 1 evidenciando así la falta de uniformidad. Con este en mente se puede colegir que la introducción del euro bajo la Hipótesis de las Áreas Monetarias Óptimas se puede equiparar a la aventura de un pez fuera del agua sin haber desarrollado las estructuras orgánicas y óseas necesarias para tal efecto. Así es posible apreciar que Grecia se encuentra en una posición poco competitiva mientras intente conservar una uniformidad inexistente. Es evidente que nos encontramos en riesgo de actuar de forma errónea y fomentar un retraso económico y social si seguimos guiando las políticas con base en un paradigma erróneo. Si queremos proponer una solución viable debemos entender el sistema mundial y materializar su versión monetaria para así consolidar un proyecto europeo más pragmático. Tal vez la introducción de un euro virtual.

Homo moneta y el futuro de los mercados financieros

Los últimos 3 años han representado un periodo difícil para la estabilidad financiera internacional y para la economía global en su conjunto haciendo evidente que las crisis financieras tienen un gran impacto sobre la economía real. La crisis financiera de 2007 planteó una pregunta respecto al estado del sistema financiero internacional, una pregunta que no ha sido respondida y que incluso, me atrevo a afirmar, no existe un acuerdo uniforme respecto a cuál es la pregunta a responder. Alrededor del mundo, desde el año 2008, hemos invertido una gran cantidad de tiempo y papel tratando de explicar lo que pasó y en dar una respuesta apropiada a este gran desafío a tal grado que se han publicado tantos libros sobre la materia en el mismo sentido que estamos al borde de competir en los anaqueles de las librerías con aquellos novelistas que han adoptado la moda de escribir historias de vampiros que tanto fascinan a nuestras novias, amigas, hijas, nietas et cétera, pero muy pocas de estas obras reflejan el hecho de que los sectores público y privado no estaban y no están preparados para experimentar esta clase de fenómenos.

A través del presente me gustaría discutir el rol del gran potencial innovador, del que yo denomino Homo moneta, en el desarrollo de las crisis financieras. A través de la figura del Homo moneta, el hombre financiero, pretendo evidenciar que debido a la estructura de los mercados financieros y el dinamismo que los caracteriza. La innovación no es una característica nueva, a pesar de que se hizo evidente a través de los textos que aprovecharon el año 2009 en el cual se celebró el centenario del nacimiento de Charles Darwin y los 150 años de su obra Sobre el Origen de las Especies. Si repasamos la historia financiera del mundo nos toparemos con el hecho de que nuestro sistema es el resultado de las actividades innovadoras del Homo moneta: Las primeras economías complejas tuvieron que recurrir al uso de unidades de cambio bien determinadas para poder facilitar las transacciones; la necesidad de dotar de liquidez al mercado vio nacer a los primeros prestamistas y casacambistas; a partir del siglo XIII los mercados de deuda soberana evidenciaron los beneficios de los mercados públicos; el siglo XVII vio el apogeo de la compraventa de partes sociales de las empresas que requerían capitales para una mayor expansión; el siglo XIX presenció el nacimiento de los primeros derivados; y los siglos XX y XXI, han visto con nerviosismo el nacimiento de los proyectos que buscan promover la “Democracia Financiera”. Con esto en mente me atrevo a colegir que entre los factores que nos pueden conducir a la próxima crisis financiera destacan los siguientes:

- La figura del Homo moneta.
- La digitalización de la moneda.
- El desarrollo de las tecnologías de la información.
- La evolución del mapa financiero global.


Homo moneta.

En nuestro contexto, hemos escuchado frecuentemente referencias relativas a la hipótesis de los Espíritus Animales de John Maynard Keynes y la hipótesis de le inestabilidad financiera planteada por Hyman P. Minsky. Estas hipótesis afirman que los mercados financieros no son estables y ciertamente no llevan a la óptima colocación de los recursos. Esto es verdad, pero la principal lección que nos ha legado la crisis que nos ocupa no es que se deben regular las pasiones y la ambición a través de una gran diversidad de esquemas regulatorios sino el hecho de que el Homo oeconomicus es anacrónico, el hecho de que hemos estado viviendo en la era del Homo moneta, el hombre financiero. Homo oeconomicus era racional pero limitado, durante su apogeo representó el ideal de la administración racional en un mundo donde los recursos son limitados. Eventualmente los excedentes generados por esta administración racional fueron utilizados para establecer vínculos sociales y económicos que nos condujeron al establecimiento de las primeras civilizaciones y los sistemas económicos mundiales regidos por los principios de Wallerstein. Desafortunadamente, no participamos en la vida económica solamente para procurar nuestra supervivencia, queremos obtener todo lo que se pueda de todo, de la seda, de las especias, de los tulipanes y es por esto que los primeros sistemas financieros emergieron alrededor del Homo moneta. El hombre financiero es más complejo y es más creativo, ha sido capaz de establecer el precio de un bien en términos de otros cientos; introdujo el factor del crédito con la finalidad de prestar a aquellos que necesitaban liquidez en un momento determinado a cambio de una contraprestación futura; almacenó valor a través de la adquisición y conservación de determinados bienes no perecederos; fue capaz de establecer unidades de cambio bien definidas y reguladas que conllevó a la racionalización numérica que trajo aparejado el ascenso de ciudades como Babilonia, de familias como los Medici y acontecimientos históricos como la crisis del denario en Europa que derivó eventualmente en la conquista del Nuevo Mundo. A pesar de ello, muchos banqueros y reguladores tienen la fuerte convicción de que las motivaciones racionales mueven a los mercados; desafortunadamente esta convicción anacrónica aún está presente en la investigación y en la enseñanza económica financiera. A través de esta percepción primero somos persuadidos de que los mercados de bienes son eficientes y exhortados a creer que este es un principio aplicable a todos los mercados. Sin embargo tal como la crisis financiera evidenció, no es seguro asumir que todos los mercados son inherentemente estables, sobre todo uno que se caracteriza por su alto índice de innovación.

Homo moneta, a través de su creatividad, ha generado una gran diversidad de sistemas financieros a la vez que ha atestiguado el colapso de muchos de ellos. Sólo durante los últimos 30 años hemos podido presenciar una gran cantidad de crisis bancarias y financieras alrededor del mundo; algunos estudios han identificado 112 crisis bancarias sistémicas en 93 países y 51 crisis transnacionales en 46 países a partir de la década de 1970. Estas fallas financieras han desencadenado el caos, el miedo y la ira pública dando como resultado crisis de confianza que por lo general son resueltas utilizando a los financieros como chivos expiatorios.

Un Problema Cultural.

Tradicionalmente el nacimiento de la economía como disciplina es frecuentemente atribuida a Adam Smith, quien publicó An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations en 1776. Partiendo de sus premisas, a través de los siguientes 160 años, un extenso cuerpo de teoría económica fue desarrollado y cuyo mensaje central era: confía en el mercado. Este mensaje tuvo tal impacto que, durante la década de los 70’s, la discusión del inversionista irracional, las burbujas y la especulación destructiva habían desaparecido prácticamente de todo discurso académico. Desafortunadamente esta secuencia de eventos, de teorías y rasgos culturales no aplican al mundo del Homo moneta. Tal como se puede colegir de lo asentado en líneas precedentes, las finanzas no se relacionan con la simple subsistencia, las finanzas fueron concebidas como un medio para ayudarnos a acumular riqueza y estatus. Ciertamente esto no es algo malo, a pesar de lo que dice gente como McIntyre, pero este aspecto de nuestra vida debe ser definido y regulado apropiadamente. Esto suena simple pero aquí radica el principal problema.

El hombre financiero ha sido capaz de crear una gran diversidad de instituciones, productos y servicios pero, a pesar de ello, su creatividad no ha alcanzado el espíritu de la mayoría de nuestros reguladores quienes aún se rigen bajo los principios del Homo oeconomicus. Un estudio de Caprio y Klingebiel ha identificado la interferencia política, la administración bancaria ineficiente y la escasa regulación y supervisión como 3 de los principales factores que resultan en una crisis financiera. Lo anterior es el resultado de una deficiencia técnica y cultural que influye en el entendimiento entre reguladores, instituciones y los usuarios del sistema; esto es importante ya que cuando esta relación colapsa es muy probable que las instituciones alrededor del mundo tengan que operar bajo regulaciones excesivas que traigan como resultado una contracción en el crédito o que las mismas operen sin un andamiaje legal e institucional adecuado, produciéndose así una repetición de las fallas que yacen detrás de cada crisis.

Durante siglos, políticos y reguladores han prestado escasa atención a las actividades creativas del hombre financiero las cuales han contribuido a algunas de las crisis más devastadoras de la historia, principalmente como resultado del hecho que viven en mundos diferentes y a que tienen diferentes culturas, y no hay duda de que la comunicación y el entendimiento entre los integrantes del sistema se encuentra bastante lejos de ser el idóneo. Lo que la Crisis Subprime nos ha enseñado es que la estructura regulatoria no ha estado al nivel de la actividad innovadora que caracteriza a los mercados financieros. Ahora podemos apreciar, bajo la perspectiva del hombre financiero, que existen lagunas y debilidades en nuestras regulaciones e instituciones tal como se puede apreciar en el hecho de que la actual estructura regulatoria está diseñada para evaluar a las instituciones individuales en un contexto particular y ningún regulador tiene el mandato de evaluar el impacto de la evolución convergente y de las “explosiones Cámbricas” dentro de cada sistema las cuales presentan desafíos para el sistema financiero internacional en su conjunto. De esta forma pudimos apreciar como muchas instituciones que tomaron riesgos irracionales no se encontraban contempladas en los esquemas de regulación de los órganos supervisores, en particular, las instituciones que integran el denominado “shadow banking system” las cuales no estaban sujetas a las mismas regulaciones prudenciales aplicables a los bancos comerciales a pesar de que estas instituciones prestan, financian y proveen de capital, pero estas instituciones tienen que pedir prestado dinero a los bancos tradicionales principalmente porque éstas no tienen dinero propio. De esta forma tenemos frente a nosotros a un grupo de prestamistas que no son verdaderos prestamistas, prestamistas que piden prestado con la finalidad de otorgar préstamos. Con esto en mente no puedo menos que pensar hacia mis adentros que si hace “cuac” es un pato; si pide prestado a corto plazo e invierte y presta a largo es un banco.


¿Hacia dónde va el espíritu innovador del Homo moneta?

Tal como el desarrollo de la crisis financiera nos ha enseñado, la innovación no se detiene y en el presente va en el camino de la “Democracia Financiera”. Este es un rumbo muy peligroso ya que en su afán de hacer disponibles los beneficios del desarrollo de los sistemas financieros y de las tecnologías de la información, políticos y reguladores alrededor del mundo en muchas ocasiones se olvidan de factores como el riesgo y de esta forma, a través de sus buenas intenciones, colocan una bomba de tiempo en el corazón del sistema, olvidándose de la Ley del origen de las crisis financieras la cual nos dicta que éstas se generan en ambientes de gran innovación y escasa regulación, ambientes que caracterizan a la “Democracia Financiera”; como ejemplo basta recordar lo que pasó en nuestro país en la década de los 90’s y la misma Crisis Subprime que lleva inscrita en su denominación el pecado.

Hoy en día aún corremos el riesgo de pecar, la evolución de todo sistema financiero no es lineal, tiene varias vertientes las cuales no necesariamente tienen su origen en los bancos tradicionales y es lo que nuestros reguladores no tomaron en consideración antes de la crisis financiera y que no están considerando en este momento. Nuevas innovaciones democráticas están en proceso de gestación y son anunciadas todos los días a través de diversos medios y podemos especular sobre el futuro de algunas de ellas como Funding Circle, Google Wallet y Square, pero es de mi particular interés el desarrollo de las divisas digitales. Las preocupaciones relativas a la integridad de la moneda han mantenido despiertos a más de uno desde los días de Sir. Isaac Newton, por ejemplo, Charles Maurice de Talleyrand-Périgord en un discurso de fecha 4 de diciembre de 1789 se pronunció en contra del papel moneda argumentando que “el numerario ficticio ahuyenta al numerario real, porque lo reemplaza y porque lo asusta, y como nunca puede ser su representación exacta, ocurre que lo ahuyenta más de lo que lo reemplaza”. Repitió la misma advertencia el 18 de septiembre de 1790 en un discurso contra los asignados, incluso propuso fundir las campanas para fabricar moneda metálica, cualquier cosa, pero no papel. Talleyrand argumentaba que una buena moneda es el producto del estado de salud en que se encuentra un país, el orden interior, la actividad de los oficios, la obediencia a las leyes, a la fiscalidad. Como bien sabemos esta innovación permitió crear un mayor volumen de deuda y con el paso del tiempo ha llegado a cifras que sobrepasan por mucho la cantidad de cualquier recurso que pudiera respaldarla por ejemplo, los títulos respaldados por hipotecas vendidos por Lehman Brothers, Merril Lynch, Bear Stearns, Morgan Stanley entre otros, alcanzaron el valor de 13.4 billones de dólares. Considerando que 1 millón de la divisa referida en billetes de 100 dólares tiene 2 pies de altura, para conseguir mil millones de dólares necesitaríamos apilar tres columnas del tamaño del Monumento a Washington; para conseguir los 13.4 billones necesitaríamos apilar 20 mil columnas del tamaño de dicho monumento; y si queremos convertir esos billetes de 100 dólares en billetes de un dólar en una sola columna, ésta llegaría a la luna y contaríamos con un par de millones de dólares adicionales. Tomando el caso que nos ocupa, las tecnologías de la información están cambiando la percepción tradicional de la moneda y lo que podemos considerar como un banco, después de todo, hay que considerar que dichas tecnologías están transformando a la moneda y a los intermediarios en elementos intangibles e invisibles, abriendo de esta forma la puerta a un gran potencial de innovación. ¿Qué sucederá cuando los individuos y las empresas se sientan más cómodos con la idea de aceptar monedas digitales como medio de pago de diversas interacciones sociales, bienes y servicios? Esta realidad no está tan lejos como muchos pudieran imaginar. Internet está permitiendo y facilitando a grupos de personas el establecimiento de medios y unidades de cambio que son independientes de los bancos y de los Estados más allá de toda regulación, por ejemplo hoy en día en la internet circulan 6.4 millones de Bitcoins (1 Bitcoin=8 Dólares), consistente en una moneda virtual que puede ser adquirida o generada por un nodo el cual se dedica a encontrar soluciones a diversos problemas matemáticos, cada vez que estos nodos encuentran una respuesta crean un paquete de monedas digitales las cuales pueden ser intercambiadas por monedas metálicas o incluso, a través de proyectos como Casscius Bitcoisn, se puede materializar en oro u otros metales preciosos la referida unidad de cambio . En el mismo sentido, también se especula que medios como los Facebook Credits serán los catalizadores de una economía que emerge paulatinamente de las redes sociales en donde las monedas virtuales serán una realidad y una gran fuerza disruptiva con un gran potencial sobre todo en economías emergentes con escasa penetración bancaria. Estas monedas digitales han sido concebidas como respuesta al mundo financiero tradicional el cual es percibido como el origen de todos los problemas económicos del mundo; esta percepción no es nueva, la intermediación financiera siempre ha sido vista como una institución viciosa que se alimenta de aquéllos a quienes debería auxiliar. Desafortunadamente esta percepción es el resultado de la falta de entendimiento cultural mencionada en líneas anteriores. Sin embargo es bien sabido que de buenas intenciones está hecho el camino al infierno, pensemos por un momento en estos nuevos medios creados al amparo del desarrollo tecnológico, debo reconocer que son grandes y excelentes ideas pero, tomando en consideración algunos de los principios del círculo de Salop, la competencia y la estrecha relación social creada por el desarrollo tecnológico, veremos con el paso del tiempo como este proyecto bien intencionado evolucionará, se complicará y tendrá sus propias fuentes de inestabilidad que irónicamente serán las mismas que las de los intermediarios tradicionales: la innovación y la falta de regulación . Frente a lo aquí expuesto sólo puedo pensar que los procesos de intermediación tradicionales desaparecerán y una nueva explosión Cámbrica tendrá lugar en el mundo digital poniendo un gran desafío a los reguladores y a nuestros intermediarios quienes se verán obligados a innovar si no quieren verse relevados a simples administradores de datos personales.